Para que tú me oigas.
¡Ah, como me daña tu silencio de olvido!,
y me adentro en las olas buscando un recuerdo
las colinas sangrantes que rodeadas de nieblas
me gritan furiosas desde los errores cometidos.
y me adentro en las olas buscando un recuerdo
las colinas sangrantes que rodeadas de nieblas
me gritan furiosas desde los errores cometidos.
Como pude alejarme de tu corazón en calma,
olvidar tu mirada y sobre todo tus manos
que surcaban mi espacio aliviando mi alma
como pude olvidar todo lo que soñamos.
olvidar tu mirada y sobre todo tus manos
que surcaban mi espacio aliviando mi alma
como pude olvidar todo lo que soñamos.
El fragor de las olas de esa playa tan nuestra,
que en las noches sin luna reflejaban tu rostro
hoy reflejan tan solo una mueca siniestra
y la arena está llena de piedras, espinas y abrojos.
que en las noches sin luna reflejaban tu rostro
hoy reflejan tan solo una mueca siniestra
y la arena está llena de piedras, espinas y abrojos.
¡Ah como me daña tu silencio de olvido!
como se seca el jardín aunque a diario lo riego,
y en nuestra alcoba de amor ya nada siento
al alejarme de ti he perdido la paz y el sosiego.
como se seca el jardín aunque a diario lo riego,
y en nuestra alcoba de amor ya nada siento
al alejarme de ti he perdido la paz y el sosiego.
Por eso para que tú me oigas hoy te grito,
¡Ah como me daña tu silencio de olvido!
¡Ah como me daña tu silencio de olvido!
Jesús Quintana Aguilarte.
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