Yo
sigo siendo el mismo.
Es
la ocasión ideal de mentes y voluntades,
cuando
el amor avanza, y el dolor se repliega,
momento
de imprecisas, vagas ambigüedades,
que
con fuerza viril hasta tu entorno llegan.
Cuando
se revelan tensas ideas en mí olvidadas,
cuando
renace el amor claro como un nuevo día,
me
dispongo a conquistar tu fortaleza torneada
cuerpo
de leche y de miel, cual delicada ambrosia.
Tengo
un corazón amante que se rompe en alaridos,
de
recordarte tan lejos rodeada siempre de extraños
una
carpeta rellena de viejos poemas no leídos
porque
la vida soñada me la rompió el desengaño.
Dejé
de escribir poemas que se acumulaban tanto,
de
aridez, falsos impulsos, de dolor y derrotismo,
que
se llenaban de polvo, de odio y desencanto,
porque
no eres quien fuiste, aunque yo si soy el mismo.
Jesús
Quintana Aguilarte.
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