El impacto de tu silencio.
Me robaste la mente al pronunciar tu nombre,
me salpican tus dedos y quedo humedecido
no hay propiedad mayor, la de sentirse hombre,
que reclamar la fuerza de todos mis sentidos.
Baja del último aliento cuajado por tu tacto,
se apropia de mí, de mi piel y de mi alma,
y descarga sobre mí su más mortal impacto
con cuya posesión toda mi atención reclama.
Quiero verte, entre parpadeos un instante,
como un relámpago en la noche, y luego,
que vuelva la oscuridad desconcertante
porque si tú no estás, mejor me quedo ciego.
Sin el mar, sin playas, sin colores, sin ti,
el mundo es un vaivén de ruidos, solo un juego,
si no te hubiera visto, te juro no sabría,
como es la luz y el esplendor del día.
Sólo amo las palabras cuando tú me las dices;
pienso que tú las amas cuando las digo yo.
las demás están huecas, no son sino barnices,
corteza de la fruta que nunca maduró.
Las mías y las tuyas tienen la contextura
del fruto sazonado que se puede morder;
se derraman sus jugos por cada rasgadura
como vacía el hombre su savia en la mujer.
Vestido me he quedado de cantos y poemas,
y cada nota mi amor, cada verso te reclama,
ataviada estas de luz y de fulgurantes llamas
de noche tú me alumbras, de día tú me quemas.
Jesús Quintana Aguilarte.
Desde lejos para ti.
Los recuerdos perduran, viven en nuestras mentes,
el contacto se queda... rondando tu existir,
la soledad se adueña de todos tus sentidos,
he impacta en nuestros sueños, en nuestro porvenir.
Me estremezco al oírte y aunque me sepas lejos,
soy dueña de tu alma... de todo tu existir,
quisiera complacerte con todos mis sentidos,
hacer lo que me pidas y no hacerte sufrir.
Desearía un instante ser tu faro, esa guía,
que en la penumbra llegue para hacerte feliz,
ser la luz que te alumbre, en noches de agonía,
para que entre las sombras, dejaras de vivir.
Sin colores, sin luces, sin playas ni alegrías,
todo eso que dices en tu bello sentir,
lo será para siempre, a menos que consigas,
despertar de ese sueño en que piensas vivir.
Mis palabras son cantos, amadas en silencio,
las que llevas contigo en cada amanecer,
tal vez escuches voces que sientas que te alaben,
pero no dicen nada... no existe otro querer.
Nuestro lenguaje amando fue goce, fue alegría,
palabras saboreadas con agrado... pasión,
sentiste mi ternura, sentí yo tu energía,
prodigada y queriendo con todo el corazón.
No llega aún el momento de que estemos unidos,
envuelto estás en versos, en cantos para mi,
seré luz, seré llama en este cruel silencio,
que el tiempo nos ha impuesto, haciéndonos sufrir.
Iris del V. Ponce
P.
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