Sueños, poemas y esperas.
Descolgado entre rocas, tu amor es la llanura,
yo un rio de sueños que nace en la montaña
que arrasando a su paso desbroza la maraña
y al llegar a tu valle se transforma en ternura.
Amor que llegas tarde a mi noche sin dueño
siempre en la cruz ardiente de tus ensueños vivo
y me duermo en la nube de un trágico beleño
al saberte de otra... y en sus
redes cautivo.
Eres también bravía deteniendo la corriente,
y aunque tú eres origen surtidor que venero
eres placido estanque donde afluyen y espero,
se vuelva realidad lo que solo está en mi mente.
No provoques quimeras, que han de sumir a mi alma
en las crueles querellas de tu amor imposible,
yo que canté en tu puerta mil canciones de calma
enhebrada a la aurora mi pluma que aún persiste.
Tanto tiempo mirándote, sin ver tu bella cara,
tanto tiempo a la orilla de tus ojos sin verme
yo escribiendo poemas que tratan de convencerme
que ocurrirá el milagro de vernos cara a cara.
Amor... ¿por qué has venido a provocar mi angustia
sabiendo que no puedo abrazarme a tu vida?
Que está sobre el ocaso la diamela ya mustia
y lloro desencuentros con el alma perdida.
Tus hermosos poemas me golpean las sienes,
como el vital latido de un corazón sediento
como el ardor creciente de saber que ya vienes
y que nuestro amor se pondrá en movimiento.
Si tan solo tus labios me llamaran un día
y envuelta entre tus llamas quemar mi último leño,
que sed ni que nostalgia por fin no apagaría
y abrazada a tu piel lograría mi ensueño.
Y es que tu nombre estalla, repercute en mi mente,
como el mar que consciente en sus olas me eleva
y hacia ti me propulsa aún contracorriente
y marcando mi destino hasta tus brazos me lleva.
Pero todo es en vano varón moreno y tibio
en ese río oceánico de obsidiana en tus ojos,
¡que no daría ahora por mojar mis pupilas
y anudarme a tu vientre... ¡Y morirme de Antojos!
Jesús Quintana y Norma Alicia Estuard.
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